Por Monyerla Freintas.
Hablar de emociones debería ser algo natural, libre de prejuicios y censura. Sin embargo, lo que es común es que nos cueste conversar sobre nuestra vivencia emocional y afectiva. Esto puede tener explicaciones asociadas a la crianza (estilos de crianza muy estrictos en los que los niños deben suprimir lo que sienten para cumplir con lo que se les pide), dificultad de nuestros padres para hablar de emociones, afectos y sentimientos, creencias asociadas a roles de género en los que se cuestiona que los hombres o mujeres adultas hablen de lo que sienten, o cualquier experiencia que nos llevara a asociar que hablar de emociones es una debilidad, pérdida de tiempo o innecesario.
Ahora bien, si tenemos alguna dificultad para decir lo que sentimos, es muy importante empezar a trabajar las creencias y a flexibilizarnos.
El darle salida adecuada a nuestras emociones se vincula directamente con nuestra salud mental. Va más allá de simplemente darle nombre a la emoción que experimentamos, implica reconocer la respuesta física que genera esta en nuestro cuerpo, lo que nos hace sentir, cómo afecta nuestros pensamientos y demás procesos cognitivos, así como nuestras actitudes (lo que me lleva a actuar o hacer en el momento en que la experimento).
Adicionalmente, darle salida de forma consciente por medio de las palabras a nuestra vivencia emocional favorecerá la elaboración en nuestra mente de lo que estamos experimentando, es decir, darle forma, significado propio e individual, sentido en nuestra vida, enlazarlo con nuestra experiencia o situación y, por lo tanto, favorecer su expresión se adecuada y beneficiosa para nuestra vida y entorno.
Por ejemplo, ante una situación estresante (como un cambio de trabajo) podemos experimentar temor y tristeza: temor por dejar una experiencia laboral conocida y emprender una nueva, y tristeza por despedirnos de buenos compañeros de trabajo. Si no lidiamos de manera adecuada estas emociones, llegaremos a sabotear nuestro cambio, sentiremos más ansiedad de la que es necesaria e incluso empezaremos a tener problemas en la interacción con las personas que nos rodean. Por el contrario, si logramos identificar lo que genera esa situación a nivel emocional (tristeza y miedo), le daremos nombre, lograremos asociarla con experiencias pasadas de separaciones y cambio, recordamos cómo las superamos, reconocemos que es normal un proceso de este tipo ante un cambio de trabajo, hablamos sobre eso con personas de confianza, nos despedimos de forma cálida y afectuosa de nuestros compañeros, expresamos lo que sentimos hacia ellos, y podremos empezar el nuevo trabajo con todo el enfoque que se requiere.
Si te cuesta hablar de lo que sientes, flexibiliza tus creencias al respecto y empieza a vivir los beneficios de la adecuada gestión emocional. La psicoterapia es un espacio seguro para empezar.
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